El silencio se apodera del Viernes Santo

Se va acabando lo bueno. Después de cinco días espléndidos, la semana santa va llegando a su fin, aunque podremos disfrutar aun de la jornada de hoy con la salida de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro que se recogerá sobre las diez de la noche.

Pero antes de hablaros sobre la jornada del sabado santo, toca citar lo acontecido en la noche de ayer en la capital. Fue un viernes santo de sobriedad, de recuerdos y de despedidas que arremolinó a mucho público tanto en las salidas como en los recorridos de las cofradías que pusieron su cruz de guía en la calle en la tarde-noche de ayer. 

La primera en hacerlo fue la cofradía de la Expiración que salió a paso de horquilla en recuerdo a Manuel Montero, el que fuera hermano mayor de esta cofradía. Tras ella a las ocho menos cuarto, La Sed y Dolores Servitas. Ésta última, quizás con un sabor de despedida, ya que el próximo año la orden seglar de los Siervos de María saldrá el Viernes de Dolores. Con el sabor a despedida, llegó a la carrera oficial el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Mayor Dolor, que fueron avanzando por la carrera oficial y por el recorrido de vuelta con el alumbrado público apagado, dando un toque de sobriedad y recogimiento al paso del mismo por estos lugares. Los dos pasos de esta cofradía avanzaron en su recorrido con música de capilla y completaron su recorrido entorno a las dos de la madrugada. Una madrugada sin el protagonismo del viento de levante que sopló en las últimas horas y que permitió que la candeleria de los pasos de palio fuesen completamente encendidas.

Para cerrar el Viernes Santo, nos trasladamos a la Iglesia de Santiago para contemplar la salida de la Secciones de Penitencia de las Congregaciones Marianas "Ecce-Mater Tua"que puso su cruz de guía pasados varios minutos de la una de la madrugada. Cortejo en silencio, con gatos en vez de capirotes, con faroles y enseres austeros y con una especie de cascabel en vez de varillas para llamar de nuevo al avance del cortejo, algo que sorprendía a los allí presentes que guardaban un respetuoso silencio a la salida de esta sección de penitencia, que se recogió pasadas las tres de la madrugada y que le puso el punto y final a la jornada del Viernes Santo.