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Fotografía: Fopianni. Todos los derechos reservados |
Ha sido la primera vez que he salido una agrupación callejera y yo he disfrutado como nunca lo he hecho. Fíjate si he disfrutado que ninguno de los días de la semana de carnaval he ido a clase. Ésto deja claro que ningún día me he recogido temprano. Escuchando a los amigos, tomando un refresco, descansando y volviendo a escuchar he pasado estos carnavales. Por esto, apenas he escuchado a las del falla en la calle y tampoco creo que me haya perdido mucho. Ya habrá tiempo de verlos durante el año y si no, para eso está el Youtube. Siguiendo con el relato, participamos en el "Amoscushá" por las calles del Pópulo el miércoles y el jueves de Carnaval, el viernes por la viña, donde aprendí de una cosa que mejor me reservo y que días antes, también nos paso lo mismo. El sábado salí, el resto se quedó en capilla. Ritmos distintos, pero bueno, me vestí que para eso era segundo sábado de carnaval y aunque no canté, acabé viendo a Andy y Lucas, en San Antonio con los mejores amigos que se pueden tener y que han hecho que pase otros carnavales geniales. Del concierto, aclaro que sólo estuve la primera canción, ya que nos dejaron entrar a la zona vip..... El domingo último de la fiesta grande, ya de secreta y con catorce copas de más, estuve con mis amigos escuchando en Abreu a varias callejeras que desde el medio día interpretaban sus repertorios. Con quince copas, ya de noche, interpreté tres cuplés, con una peluca rubia y con las gafas de Lady X puestas. Vaya ridículo/espectáculo cuando vi los vídeos. Tenerla de mármol y llevar 16 copas encima. No veas como sube la cifra dirás. Claro, entre cuplé y cuplé, caía un vasito de moscatel. Caía sobre mi chaquetón, quien soportó sin rechistar mi gran habilidad para beber sin tirar una gota al suelo durante todos los carnavales. Menos mal que existían las toallitas de bebé, salvadoras de la vida, salvadoras de la pringue moscateliana.
Bueno, que el contrato firmado hace un año con el perico (homenaje), se hizo realidad. Saciamos el mono. Le cantamos a una, a dos, a tres o no cantamos pero disfrutamos y es por eso, que a petición de varias personas, escribo este relato de mis sensaciones en este grupo y así todos y todas sabréis que pensé o que no pensé en uno u otro momento sucedido entre el siete y el doce de febrero. Y aunque me lean dos, tres o no me lean, disfruto y por eso tengo este blog, para escribir y saciar una de mis pasiones.
Los días han pasado muy rápido, el carnaval ha volado pero la experiencia ha sido magnífica. Salir me ha permitido intercambiar libretos o chapas (cosa sin importancia), salir me ha permitido conocer a varios componentes de otras agrupaciones y charlar con ellos y ellas -con o sin copa en mano- de un tema o de otro sin conocernos de nada, además de saber que había agrupaciones un poco más regular que las mías pero como pasarlo bien ha sido lo principal, hemos cumplido. Y antes de pasar a otro tema que tendrá su continuación desde septiembre hasta febrero, tengo que contaros otra sensación que jamás he vivido y que me la llevo para mí para siempre y que les contaré a mi gente dentro de unos años cuando sea un autor consagrado. !Risa¡ ¡Muchos pajaritos en la cabeza!
Al lío, que no puedo perder el tiempo. Me quité la correa, la camiseta, la gorra y empujado entre la muchedumbre acabé en mitad de un círculo -que casualidad- y con una grada de escuchadores natos, cantando un cuplé o mejor dicho, el cuplé del Kichi, el del alcalde del cambio. Diez minutos antes, no sabía nada, todo vino sobre la marcha. Un rato antes, estaba con Perico escuchando a la chirigota que iba de público de callejera. Así ni idea, pero si os digo que son más conocidos como el Mendo y el David....así si, ¿no? Parece mentira, que no sepas quienes son, ¡con el por culo que doy yo con ellos!. Bueno, que al final de su actuación, caminamos todos hacia los techitos de capuchinos, donde como ya digo, había escuchadores y agrupaciones, que empezaron a marcarse un cuplé tras otro, dos o tres na más. Los balconeti, Los V de Vavetta, Las Talegueras y otras tantas agrupaciones allí concentradas a las seis de la mañana. Entre ellas, estaba la mía, a esa hora unipersonal. Con las palabras de una mujer allí presente, se abrió el momento. Me dijo "ahora vas tú" y le respondí, "ni loco, si estoy yo solo, ¿que voy a hacer yo ahí?". "Que si, que si, que ahora vas tú". Yo ya estaba corriendo para recogerme pero me fue imposible. Saqué un libreto para repasar letras y la mujer que estaba hablando conmigo lo cogió y empezó a leer cuplé tras cuplé para decirme cual cantar. Yo, en ese momento, ya lo tenía claro, cantaría el de Kichi. Los ánimos en ese metro cuadrado de los escuchadores, fueron a más, a más, a más: el servidor acabó en el centro del auditorio improvisado a la vista de numeroso público. "¡Vaya marrón en el que me han metido!", pensé. Pero ya en el centro de todas las miradas, había que coger el toro por los cuernos. Cogí el libreto -que ni miré- entoné y al lío. En ese momento, el mundo se para, no vi a nadie, ni a mi colega "el Largo" que estaba allí y que días posteriores, me dijo que no paraba de mirarlo. Pues ni lo vi. Sonó el cuplé, treinta segundos de nada y la gente soltó una carcajada. El momento había terminado. Eran cerca de las siete de la mañana o eso marcaba el reloj. Yo seguía ahí con la gente del mundo del carnaval callejero, los cuáles empezaron a cantar pasodobles antiguos y como no, pues me uní. Había que cerrar el día por la puerta grande y así lo hice. Que lo que recuerde de estos carnavales nazca en La Viña y muera en el mismo sitio, lo dice todo. Y eso que me llevo.
Todo lo que me llevo de este año se resume en eso, en ese momento, en ese cuplé, no hay más. Y si hay más -que puede haberlo-, ya esta guardado junto al tipo, los libretos y otras vivencias en el cajón. Cajón que quien sabe si volverá a abrirse alguna vez más o habrá que abrir otro para seguir guardando más y mejores vivencias dentro del armario. En este sentido, y aunque quedan menos de 365 días para el carnaval 2017, concretamente 358, ya la cabeza pensaba a comienzos de Febrero y piensa, día de hoy, en el mismo. Pensaba, si, porque en la fase semifinal del COAC del presente año, le escribí a un amigo diciéndole que para el próximo año "si monto una callejera cuento contigo". Quizás me vine arriba, lo reconozco y así me lo dijo este amigo, con el que saldré este próximo año, más que confirmado. Y no será el único que se una a la fiesta. Como he contado arriba, mi fichaje fue en un bar y mi contrato escrito en una servilleta por lo que lo mismo que me hicieron a mí, lo he realizado con un amigo, con un hermano para mí, con el que me une una buena y gran relación. Siendo pronto, no desvelaré su nombre, ya que habrá tiempo para ello y como para el resto de cosas, en las que ya estoy trabajando.
Espero que os haya gustado este relato pero antes de terminar, añado, que conocer este mundo y sus relaciones, ha hecho que en muchas ocasiones durante la semana de carnaval, me haya sentido "otra persona". Y lo digo porque da gusto hablar con gente amiga que se conoce entre sí o con gente desconocida hasta ahora por mí que tiene las cosas claras y cuyos gestos antes de cierto momento, dan que hablar pero para bien. Y eso hace que uno se sienta "de categoría" y sabiendo que se puede contar con ellos o ellas, incluso más que con amistades ya consolidadas. También, hacerle un guiño a quienes han faltado en estos carnavales y que forman parte de mis referentes dentro de la calle, a los que espero con ganas para el próximo año. Tampoco puedo olvidarme de Fopi y Antonio, dos grandes amigos que han prestado su colaboración desinteresadamente con nosotros y a los que le agradezco mucho que estén compartiendo momentos junto a este servidor.
Termino: Dicen que el tiempo pone cada uno en su sitio. A mí, me puso este año en la calle, en carnaval y ese es mi sitio. Al que le guste bien y al que no, pues que le de el viento de trece años en la carita.
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